
(Imagen: Escola Sert)
Por qué hay que superar el concepto de bioconstrucción
La bioconstrucción sigue siendo una gran desconocida. Incluso genera cierto escepticismo. Tres expertos de la Escola Sert han debatido improvisadamente sobre qué significa realmente la bioconstrucción y los retos que debe superar. El primero, desaparecer.
A menudo, los planes improvisados son los mejores. Así fue cuando Sonia Hernández-Montaño, Valentina Li Puma y Carles Labèrnia, protagonizaron una conversación informal en las instalaciones de la Escola Sert sobre bioconstrucción.
Una etiqueta o término que, por cierto, la directora y docentes del curso Materiales y sistemas constructivos de bioconstrucción rechazan porque ubica a la bioconstrucción en un nicho arquitectónico del que es urgente que salga, ya que el uso de materiales y sistemas constructivos basados en la naturaleza debería ser la regla y no una excepción.
Las diez principales enfermedades no transmisibles tienen un origen medioambiental.
¿Por qué es necesaria la bioconstrucción?
Fundamentalmente, porque la arquitectura impacta enormemente en nuestra salud y la tendencia generalizada de las últimas décadas ha descuidado este aspecto. La bioconstrucción “cuida los espacios que habitamos, al contrario que los materiales y sistemas constructivos sintéticos y artificiales, que se han masificado y que van en contra de nuestro bienestar”, defiende Carles Labèrnia.
Sonia Hernández-Montaño recuerda que pasamos más del 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados y que las diez principales enfermedades no transmisibles tienen un origen medioambiental. Por eso, argumenta, debemos ampliar el actual debate más allá de la sostenibilidad medioambiental y de la descarbonización energética.
“Llevamos años avisando sobre las consecuencias relacionadas con, por ejemplo, el uso de materiales sintéticos en productos plastificantes o ignifugantes. Europa ya está en alerta y más pronto que tarde nos dará la razón desde el punto de vista normativo. Pero ya podemos avanzar porque tenemos las herramientas y parte de la industria ya comparte esta misma sensibilidad”, explica.
Precisamente, y tal como argumenta Valentina Li Puma, Europa no podrá cumplir con los objetivos fijados para 2050 “sin recurrir a materiales naturales descarbonizados”.
Materiales y sistemas constructivos naturales evolucionados
Los prejuicios que puedan existir sobre la construcción sustentabilidad le no están justificados porque, por un lado, existen evidencias de su impacto positivo en el bienestar, son funcionales y, además, son materiales y sistemas constructivos que han evolucionado e innovado.
Por ejemplo, la madera laminada permite ejecutar ciertas estructuras que eran difícilmente realizables en madera maciza. “Aunque el material es el mismo, sí que existe una transformación a nivel de sistemas y de forjados que eran impensables a principios de siglo”, señala Labèrnia.
Sonia Hdez-Montaño defiende que esta evolución permite plantear retos mucho más holísticos que no se centran solamente en la emisiones de carbono o en el ahorro energético. “Tenemos una trayectoria y un conocimiento adquirido que pone en valor estos materiales y sistemas. Las soluciones ya existen, ahora se trata de desarrollarlas”, explica.
Por eso es fundamental que los arquitectos aprendan y entiendan cuáles son las propiedades físicas y químicas de los materiales de construcción. “Con la tectónica, los materiales, sistemas o acabados podemos lograr recursos pasivos desde el punto de vista bioclimático y de eficiencia energética, ya que la térmica depende de los materiales”, explica.
"Todavía hay que hacer mucha pedagogía sobre la bioconstrucción".
Materiales como la tierra, la paja o la cal ya están industrializados y existen soluciones prefabricadas en el mercado para sistemas constructivos, paramentos y revestimientos. “Y aunque optemos por el gero, por ejemplo, que tal vez tenga más demanda energética porque está cocido, según cómo se trabaje la difusión de vapor, la masa o la inercia, puede compensarse esta demanda energética”, añade.
Materiales: decisivos en la calidad del aire interior
Labèrnia recuerda que la propia tecnología ha desarrollado una serie de materiales nuevos cuyas propiedades parecían, de entrada, espectaculares, pero que a medio y largo plazo se ha descubierto que a nivel de salud y de comportamiento, su desempeño no es el correcto. Cita, como ejemplo, la pintura plástica, alabada por su facilidad de limpieza pero que, sin embargo, no transpira.
Es importante, enfatizan los arquitectos, aprender y enseñar a leer las declaraciones completas de los ingredientes que componen los materiales. “Si más técnicos lo solicitan, habrá más transparencia. Afortunadamente, esta información ya existe en los materiales naturales porque no tienen nada que esconder”, apunta Li Puma.
Difusión y demanda de la bioconstrucción
Al hilo de lo anterior, la formación es esencial. Tal y como dice Li Puma, los técnicos y arquitectos que adquieran estos conocimientos los aplicarán de manera inmediata en su día a día.
Labèrnia también señala que cada vez más existe una mayor preocupación e inquietud social sobre temas relacionados con la salud. Como pasa en otros sectores, si el cliente o usuario demanda este tipo de soluciones, la bioconstrucción se generalizará. De hecho, como apunta el docente, cada vez más son los profesionales de la arquitectura, muchos en su madurez, que piden asesoramiento sobre bioconstrucción y se apuntan a las formaciones de Escola Sert.
Aunque concuerda con este punto de vista, Hdez-Montaño cree que, en general, todavía hay que hacer mucha pedagogía sobre sus ventajas porque existe desconocimiento entre el sector y la sociedad sobre el alcance y ventajas de los temas aquí planteados. Además, se perciben como soluciones “complicadas”.
“Este año, la palabra tendencia es 'biohabitabilidad', lo cual es fantástico. Sin embargo, me da la sensación de que no somos conscientes de la globalidad que comporta. Todavía existe la idea de que si ponemos plantas en los edificios ya cumplimos con el apartado de salud y no es así”, argumenta.
Un edificio saludable lo es en todas sus vertientes y debe trabajarse desde campos que quizás no son tan evidentes como el de las instalaciones. “Lo que estamos intentando conseguir es que todos los oficios y profesionales involucrados tengan las herramientas para integrar la bioconstrucción en las distintas especialidades”, continúa.
Otro concepto erróneo es que aplicar soluciones basadas en la bioconstrucción encarece el presupuesto de un proyecto. Labèrnia interviene para explicar que hoy en día el incremento se sitúa entre el 5% y 10%. Y, aunque admite que es un tema de prioridades, se pregunta si nuestra salud no vale este pequeño sobrecoste.
“Nos hemos acostumbrado a pagar poco por las cosas y a no preguntarnos el porqué de estos precios tan baratos, cuando están relacionados con impactos ambientales, sociales o económicos negativos”, reflexiona Li Puma.
Hdez-Montaño celebra que organismos como el Instituto Balear de la Vivienda y varios estudios de arquitectura apuesten por incorporar estos principios y lenguaje, sin que necesariamente los etiqueten como tal, en proyectos de bioconstrucción arraigados en el paisaje en el que ubican o en el diseño de instalaciones lumínicas o acústicas que responden a estas sensibilidades.
“Tal vez todavía necesitamos emplear la palabra bioconstrucción para entender el concepto y defenderlo de manera más abierta”, reflexiona.
Medir, ¿y certificar? la bioconstrucción
Para acabar de convencer a los incrédulos, los datos obtenidos de las mediciones de distintas variables son un argumento irrefutable. “Todo puede medirse, aunque algunas variables se sitúan más en el campo de las percepciones. En el caso de las neurociencias aplicadas a la arquitectura, por ejemplo, solo tienen en cuenta la respuesta cognitiva perceptiva, mientras que la bioconstrucción integra estímulos biológicos, físicos y químicos”, señala Hdez-Montaño.
Para Labèrnia y Li Puma, estos parámetros ambientales deberían incluirse en la documentación que se entrega al final de la obra, como parte del control de calidad e, incluso, como un valor añadido.
Sobre las certificaciones, aunque la mayoría se centran en el desempeño energético, algunas sí que introducen criterios de salud y bienestar, aunque, advierte Hdez-Montaño, desde una mirada muy sesgada.
“Actualmente, predominan más los criterios activos que los pasivos. Necesitamos una guía que ayude a cumplir unos pasos y para entender las repercusiones que hay detrás”, señala.
La arquitecta celebra, no obstante, que en breve se publicará un nuevo decreto de sostenibilidad en el Código Técnico que, aunque insistirá en la cuestión de la reducción de gases de efecto invernadero, espera que refuerce estos criterios pasivos. “Un edificio no es sostenible solamente porque le coloquemos miles de placas solares”, defiende.
“La inclusión en el código es el último paso de una trayectoria de muchos años de estudio por parte de los profesionales”, agrega Li Puma.
Entender el funcionamiento y mantenimiento de un edificio
Otra cuestión fundamental para los arquitectos es la necesidad de educar a los usuarios sobre cómo funciona la vivienda que habitan y cuál es su correcto mantenimiento. “Un edificio puede estar muy bien pensado y ejecutado, pero si no sabemos utilizarlo, todo este trabajo se va al traste”, afirma Labèrnia.
“La ventilación mecánica, por ejemplo, resuelve muchos problemas en obra nueva, pero tenemos todo un parque construido que técnicamente no admite esta solución”, apunta Li Puma.
Con educar al usuario, puntualizan, se refieren a incorporar rutinas y estrategias sencillas como la ventilación cruzada para que el conjunto de la población entienda su importancia e incidencia en la salud, sin la necesidad de depender de una máquina para que realice esta función.
Por último, los arquitectos no se olvidan de la rehabilitación, el gran caballo de batalla de los próximos años. Tras una necesaria diagnosis, apelan a reaprovechar estructuras mínimamente desgastadas que muchas veces solo necesitan una pequeña intervención.
“Al marco de una ventana de madera envejecida, por ejemplo, se le puede colocar un vidrio con cámara de aire en lugar de reemplazarlo por aluminio o PVC porque estarás reintoxicando tu casa”, explica Labèrnia.
La paradoja es que arreglar o remendar nos parece farragoso pero, por otro lado, exigimos que los nuevos materiales de origen sintético cuenten con un sinfín de sellos de circularidad o de emisiones cero.
Podríamos concluir afirmando que si la palabra bioconstrucción no existiera, este debate no hubiera tenido lugar. Y sería una buena noticia porque significaría que la arquitectura sostenible que prioriza la salud de la sociedad y el uso de materiales y sistemas constructivos de origen natural no sería algo excepcional.
Lucía Burbano
Redacción Escola Sert
Comentarios
Subido por Luis Escobar (no verificado) el Jue, 25/04/2024 - 06:56
es muy interesante lo discutido en este debate, se tiene que trabajar mas en diferentes soluciones como crear una conciencia social en la sociedad, el problema no son los plasticos sino nosotros, ademas la normatividad tambien necesita regularse los codigos sanitarios,electricos, RNC, parametros mas ligados a la bioconstruccion. Los materiales de construccion para reciclarse deben ser reutilizables y durables. saludos
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Subido por bakeryeditor el Lun, 29/04/2024 - 12:38
Hola Luís,
muchas gracias por tu comentario.
Des de l'Escola Sert treballem en aquesta direcció.
Salutacions cordials,
Escola Sert
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