BIM: qué es, aplicaciones, especificaciones y futuro

La arquitectura no es ajena a la digitalización. El Building Information Modeling (BIM) es el mejor ejemplo de cómo la introducción de software en el sector optimiza el tiempo, automatiza acciones tediosas o repetitivas y enriquece los datos de un proyecto constructivo. Lo hace, además, en un entorno colaborativo donde toda la información está centralizada. Es la evolución en la manera de diseñar.

Con el BIM, el arquitecto ya no dibuja, sino que modela a partir de bases de datos que beben de una sola fuente de información. Este avance permite que cualquier modificación se automatice sobre esta única fuente. Así, todos los pasos dados en la consecución de un proyecto mantienen la misma coherencia.

La riqueza de los datos que ofrece el BIM

Otra ventaja es su entorno tridimensional, que aporta un grado de realidad mucho mayor que el 2D, muy interesante para visualizar la evolución del proyecto. A partir de toda la información y los cálculos introducidos, el BIM genera maquetas virtuales que representan los objetos que luego se construirán, como techos o pavimentos.

La riqueza de los datos permite nutrir al proyecto con información infinita. En el caso de un muro, por ejemplo, además de datos de carácter geométrico, puede agregarse otra información de valor, como su material, su grado de absorción acústica o sus capacidades térmicas o mecánicas.

Esta maqueta digital también permite crear recorridos por el interior de un proyecto. Un gran valor añadido para el cliente, ya que es una figura que generalmente no tiene un perfil técnico y puede tener ciertas dificultades interpretando la información de un plano.

Por último, el BIM es capaz de detectar interferencias y alertar al usuario. Antes, si existía una incompatibilidad entre el problema en estructura y una instalación, el arquitecto tenía que encontrarla manualmente.

La estandarización y regulación del BIM

Todos estos datos pueden ser editados y visualizados por todas las partes que participan en un mismo proyecto, como el arquitecto, el aparejador o el ingeniero. “Como toda la información está en un único lugar, a medida que otros agentes se van incorporando encuentran todo lo que necesitan ahí mismo, lo que fomenta una mejor gestión y un entorno colaborativo”, resume Maria Duran, arquitecta que trabaja en la oficina BIM del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y directora del posgrado en BIM Management de Escola Sert.

Aunque existe software BIM de varios tipos, algunos más especializados que otros, la arquitecta destaca el formato IFC (Industry Foundation Classes). Se trata de un formato de intercambio estandarizado y abierto. Esta característica permite que todas las partes puedan leer y escribir en el mismo formato, con lo cual se homogeneizan los canales de comunicación.

La estandarización del software nos lleva a plantearnos una pregunta: ¿Existe un marco regulador del BIM?

Normas como la ISO 19650, publicada en 2019, buscan tipificar estos modelos y hacerlos comprensibles para todas las partes. Sin embargo, falta algo de camino por recorrer, ya que cada país, autonomía o ciudad cuenta con una regulación propia. Duran destaca que en Cataluña, tanto la Generalidad como la AMB han publicado unos pliegos que describen cómo deben ejecutarse y entregarse los proyectos BIM.

“El grado de implementación está creciendo, porque es la Administración la que precisamente está exigiendo la entrega de proyectos en BIM. Los despachos que quieran optar a proyectos públicos tendrán que acelerar su puesta en marcha”, aconseja Duran.

Cómo el BIM está creando nuevos perfiles profesionales

Para ejecutar esta estandarización, un profesional emergente es el BIM Manager. Esta figura se encarga de definir las características del modelo digital, la cantidad y calidad de la información registrada que requiere el cliente. También se encarga de formar y apoyar a los miembros del equipo que finalmente vayan a utilizar el BIM para ejecutar y gestionar dicho proyecto.

El creciente uso del BIM repercute en la aparición de perfiles profesionales de BIM Manager más especializados. Por ejemplo, encontramos el de BIM Facility Manager, que se encarga de la gestión integral de la vida y funcionamiento de un edificio. Mediante este modelo virtual –que aporta el entorno tridimensional y la información de los objetos y espacios del activo–, la gestión se hace mucho más clara, precisa y comprensible.

Como sucede con cualquier herramienta nueva, Duran explica que los despachos tienen que adaptarse a esta nueva forma de trabajar. Una vez hecha la adaptación, se asegura un incremento de la productividad, ya patente a partir del tercer o cuarto proyecto de construcción gestionado con BIM. Aquellos despachos que lo incorporan como su herramienta de trabajo, difícilmente volverán atrás.

Lucía Burbano
Redacción Escola Sert