María Pía Fontana y Miguel Mayorga, directores del curso 'Diseño del espacio público: nuevos enfoques e instrumentos', que ambos arquitectos han dirigido en l’Escola d’Estiu (Escola Sert).

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Territorio y urbanismo

Regenerativo y de proximidad, así debe ser el espacio público

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El espacio público y las calles habitables necesitan pensarse a partir de enfoques, métodos e instrumentos multidisciplinares. Es lo que nos explican los expertos con los que hemos hablado aprovechando la celebración del curso 'Diseño del espacio público: nuevos enfoques e instrumentos' de l’Escola d’Estiu.

Propuesta para un Eix Gaudí más habitable

Propuesta para un Eix Gaudí más habitable. Barcelona (mayorga+fontana arquitectura)

Hacia una ciudad que cuidamos y nos cuida

Bajo esta premisa, los arquitectos María Pía Fontana Miguel Mayorga introdujeron hace más de un lustro, mucho antes de la pandemia, el concepto de Care City (la ciudad que cuidamos y que nos cuida), noción para afrontar la complejidad urbana yendo más allá del zoning y la mirada estática al urbanismo. 

Una mirada que ha ido evolucionando hasta sintetizarse en cuatro componentes que interactúan: 

  • el policentrismo para una ciudad más equilibrada

  • la urbanidad para unos espacios y edificios más humanizados

  • la biodiversidad, para unos entornos más saludables y accesibles al verde

  •  y la proximidad, para una ciudad que satisface la cotidianidad.

Este último concepto integra la propuesta del curso Diseño del espacio público: nuevos enfoques e instrumentos, que ambos arquitectos han dirigido en l’Escola d’Estiu, y que ha contado con la participación de ponentes expertos en distintos campos que ejemplifican la necesidad de aunar diferentes miradas para resolver la complejidad a la que se enfrenta el urbanismo contemporáneo.

Hay que dejar atrás fórmulas estandarizadas y aproximarse al urbanismo con una mirada crítica que conciba las calles como procesos que no son estáticos y adaptables en concordancia con las necesidades sociales y ambientales.

Xavier de Cáceres, alumno del curso y arquitecto que gestiona y redacta proyectos y realiza el seguimiento de obras de espacio público y equipamientos en el ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès, resume que el concepto de proximidad planteado es aquel que prioriza la escala humana y que promueve la interacción y el confort de las personas.

“Como mejor se configure el espacio público, mayor será el sentido de pertenencia de vecinos y usuarios. De lo contrario, este sentimiento jamás existirá. La idea de a quién pertenece este espacio es muy importante, algo que se establece al definirse las prioridades. En este sentido, el “cómo” es, a menudo, tan o más importante que el “qué”, reflexiona.

Regenerar mediante infraestructuras verdes y azules

Aquí es especialmente relevante la experiencia profesional de la arquitecta Lola Domènech, ponente de dicho curso y que hace casi veinte años empezó a investigar y a implementar soluciones como los pavimentos drenantes.

Primero fue en el proyecto de restauración, consolidación y adecuación del Foro romano de Empúries, realizado entre 2007 y 2009, donde era imperativo evitar que el agua se estancara para proteger el patrimonio arqueológico. Más adelante, en el Passeig de Sant Joan de Barcelona (2012-2014), la arquitecta utilizó pavimentos mixtos para reproducir la atmósfera de confort ambiental del Parc de la Ciutadella, donde termina este paseo.

Actualmente, Domènech forma parte del equipo interdisciplinario km-ZEROencargado de recuperar la identidad de Las Ramblas, uno de los ejes cívicos más importantes de la ciudad a escala barrio, ciudad y a nivel internacional.

"Como mejor se configure el espacio público, mayor será el sentido de pertenencia de vecinos y usuarios."

Xavier de Cáceres
Alumno del curso de Diseño del espacio público: nuevos enfoques e instrumentos

“Las Ramblas cuenta con un patrimonio arquitectónico y vegetal muy rico, con especies de árboles protegidos y catalogados que datan del 1800 y cuyos primeros ejemplares se trajeron del parque de la Devesa de Girona. Más que una calle, la definiría como una secuencia de espacios”, explica la arquitecta.

A pesar de la elevada densidad de usos y la afluencia de peatones locales y visitantes, Domènech señala una curiosidad en cómo transitan y circulan por Las Ramblas estas dos categorías de peatones: los locales lo hacen en sentido transversal y los visitantes, longitudinal.

Esta particularidad fue documentada por otro ponente del curso, el fotógrafo Josep Maria de Llobeten su proyecto La Rambla, realizado durante el confinamiento obligado durante la pandemia. 

En su página web explica que “he fotografiado la Rambla desde cada una de las calles que desembocan en ella, de manera que siempre vemos un fragmento enmarcado por las paredes de estas calles estrechas, tal y como la perciben los vecinos cuando se acercan. La Rambla aparece así al final del trayecto, vacía, como una ensoñación. Se nos presenta como una oportunidad”.

Para Llobet, la fotografía es capaz de transmitir ideas en un instante “gracias su visualización inmediata, que permite entender conceptos como el impacto que tiene la arquitectura, sin necesidad de realizar una lectura sobre aquella idea”, reflexiona.

Lola Domènech nos cuenta la singularidad del proyecto para Las Ramblas, del que forma parte como miembro del equipo interdisciplinario km-ZEROencargado de recuperar su identidad, uno de los ejes cívicos más importantes de la ciudad a escala barrio, ciudad y a nivel internacional.

Continuando con Las Ramblas, Domènech comparte que el proyecto de km-ZERO considera todos los condicionantes y preexistencias, poniendo en valor las fachadas o el patrimonio arquitectónico y el vegetal y la actividad socioeconómica que, en los últimos años, ha experimentado una degradación evidente y que el proyecto busca revertir.

En lo que se refiere a la infraestructura verde, se han trasplantado aquellos árboles que mostraban síntomas de asfixia para que dispongan de más espacio. También ha creado dos nuevas zonas verdes al final del paseo, eliminado la segregación que creaban parterres elevados infrautilizados. 

“Uno de nuestros objetivos es recuperar el carácter identitario de Las Ramblas y el valor que tiene este espacio urbano para los barceloneses de una forma que sea compatible con las personas que nos visitan. Lo que hace un diseñador urbano es mejorar las condiciones de un espacio y, en el caso de este proyecto, queremos convertirlo en un eje prioritariamente peatonal, ampliando el paseo y las aceras”, apunta.

Haciendo hincapié en esta idea de restablecer vínculos que ya existían, pero que, por distintas circunstancias, se han modificado con el paso del tiempo, Xavier de Cáceres también asocia el concepto de regeneración urbana a la recuperación de dinámicas pasadas ligadas a la centralidad de las personas. 

“En mi opinión, se refiere al planteamiento que debemos hacernos sobre si la escala de valores que teníamos antes es aplicable al 2025 y al 2030 y que necesita de un enfoque valiente por parte de técnicos y políticos”, indica.

Medir lo visible y lo invisible, topología y morfología: 

El enfoque sobre las ciudades debe ser transversal y para tener la máxima información al resto, necesita medirse. Por eso, tanto en su práctica profesional como docente, Mayorga + Fontana introducen dos miradas, la física o morfológica y la topológica o relacional y perceptiva, como marcos de medición y como herramientas indispensables en este nuevo urbanismo regenerativo.

La topología es una aproximación metodológica que se utiliza mucho en el campo de la matemática, la ingeniería y la termodinámica, modelos flujos y relaciones ambientales, económicas o sociales que a veces son intangibles, como el efecto isla de calor que genera una calle que no es permeable y no tiene sombra”, ejemplifica María Pía Fontana.

Por otro lado, la morfológica tiene que ver con la medición de lo físico, como el ancho de las calles o la altura de los edificios, etc. “A nivel profesional, la integración de las dos aproximaciones nos lleva a un urbanismo más verificado, con una mejor toma de decisiones, que hace que nos planteemos las condiciones y criterios de un proyecto, agrega Miguel Mayorga.

Para Lola Domènech, la recogida de datos o el trabajo de campo es un proceso indispensable de cualquier proyecto, sobre todo en la fase inicial de análisis.

“Consiste en una observación profunda del lugar a diferentes horas, momentos y circunstancias, hablar con las personas que viven y pasean para que nos compartan sus puntos de vista, además de con los técnicos municipales y otros profesionales”, explica.

De la observación también parte la fotografía como mirada y herramienta que plasma diferentes realidades sociales. En su caso, de Llobet se fija en los síntomas que expresa el paisaje urbano, la calle y la ciudad y que le permiten “explicar determinadas realidades, cambios o crisis que nos afectan como ciudadanos”, señala.

De entre sus proyectos, Blank retrata el impacto que tuvo la crisis bancaria, cuando las sucursales que cerraron sus oficinas pintaron sus ventanas de blanco. Esta alteración “estableció un cambio en el paisaje por el cual transitábamos. Para mí, fue un síntoma clarísimo que, desde mi posición, me permitió explicitar unas realidades o unos cambios que afectan a nuestro hábitat”, expone.

La recogida de datos o el trabajo de campo es un proceso indispensable de cualquier proyecto.

Lo social y el entorno como epicentro del espacio público

Lola Domènech recuerda que el objetivo de arquitectos y urbanistas es el de proyectar para mejorar la calidad de vida de las personas y que, por tanto, el diseño del espacio público debe considerar los aspectos sociales y socioeconómicos ligados a este entorno, además del contexto, las preexistencias y los elementos medioambientales.

“Ser sostenible hoy en día es serlo, no solo territorial o paisajísticamente, sino socialmente, ya que los usuarios de los espacios públicos merecen ser bien acogidos por los espacios que diseñamos”, reivindica.

Para  Mayorga +Fontana, proyectar y trabajar con lo existente es el “único camino posible”. Equivale, además, al conocimiento y respeto del entorno social y de las costumbres de las personas que habitan aquellos espacios. 

Los arquitectos rechazan hablar de elementos y sistemas aislados, calles, edificios, espacios públicos. Sino de sistemas complejos, “de cosas y relaciones entre cosas”, dónde cada uno de los elementos que configuran las ciudades a diferentes escalas están conectados entre sí, se retroalimentan e interactúan para, o bien potenciar las cualidades mencionadas y cuidarnos o, por el contrario, redireccionar aquellos aspectos que van en contra no solo del ser humano sino del entorno en todas sus dimensiones.

 

Lucía Burbano
Redacción Escola Sert
 

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