Biocarpintería: la madera, un pilar de la arquitectura saludable y sostenible

La madera ha vuelto con fuerza al mundo de la arquitectura. Lejos de ser una moda pasajera o una mera elección estética nostálgica, el uso de este material en la construcción responde a una urgencia técnica y medioambiental. 

Manuel Gayete es experto en el uso de la madera como material sostenible. Fundador de Biofusteria y consultor en construcción saludable, nos explica las claves de estas técnicas de construcción como un avance de la Sesión Sert que impartirá el próximo 19 de enero. Una excelente manera de comenzar 2026 empapándose de una tendencia en auge en la arquitectura sostenible.

Ya han quedado atrás las décadas en las que el lenguaje arquitectónico estaba dominado por el hormigón y el acero. Ahora hay un resurgir de los materiales sostenibles que, según Gayete, se deben a tres motivos principales: 

• la necesidad de reducir emisiones

• la demanda de edificios más rápidos de ejecutar

• un cambio hacia materiales que mejoran el bienestar

Para Gayete, aunque la sostenibilidad ayuda a impulsar este cambio, «el motor real es la eficiencia sumada a una normativa favorable». Es decir, la arquitectura industrializada y la prefabricación encuentran en la madera un aliado indiscutible para cumplir con los plazos y los estándares de consumo energético casi nulo.

La madera y la descarbonización

Cuando hablamos de sostenibilidad en la construcción, a menudo nos perdemos en etiquetas complejas. Sin embargo, la madera presenta un argumento imbatible en la lucha contra el cambio climático: su capacidad de secuestro de carbono.

• Como explica Manuel Gayete, la madera es «el principal material estructural capaz de fijar el dióxido de carbono durante décadas, se regenera, requiere la energía del sol y se puede reparar o reutilizar», a diferencia de sus competidores industriales.

Desde la perspectiva de la economía circular, la madera cierra el círculo perfecto. No solo reduce las pérdidas térmicas gracias a su baja conductividad, sino que facilita el desmontaje al final de la vida útil del edificio. Es un material que «se puede reparar sin perder propiedades y, al final de su vida útil, puede servir como biomasa», explica.

Esta ventaja contrasta radicalmente con los escombros generados por la demolición de estructuras convencionales, que suponen un grave problema de gestión de residuos.

No solo es una cuestión de material

Uno de los puntos más críticos que Gayete pone sobre la mesa es la distinción entre un material "ecológico" (según normativas medioambientales) y uno "saludable" (para el usuario final).

A menudo, recuerda el fundador de Biofusteria, las normativas sobre Compuestos Orgánicos Volátiles (COV) nacieron por un tema medioambiental, para reducir la contaminación atmosférica, recordando los años donde la prioridad era proteger la capa de ozono; pero Gayete recuerda que entonces «en ningún momento se habló de la salud de las personas». Esto puede llevar a situaciones paradójicas, donde un producto certificado como ecológico contenga sustancias naturales que, sin embargo, son tóxicas o alergénicas para el ser humano.

Materiales libres de tóxicos

Si un arquitecto prescribe madera, pero la satura de barnices sintéticos y adhesivos tóxicos, anulamos sus propiedades beneficiosas, incluso en aquellos que no se perciben como plásticos «porque añaden una película y bloquean la capacidad reguladora de este material».

• La biocarpintería, señala Gayete, busca «materiales libres de tóxicos», priorizando la salud de los habitantes, especialmente aquellos con sensibilidad química múltiple, quienes a menudo actúan como "termómetro" de la calidad ambiental de nuestros edificios.

Más allá de la huella de carbono y la toxicidad, la madera tiene un impacto directo en la fisiología humana. La arquitectura no es solo un contenedor visual; es una experiencia sensorial. El experto en este material destaca que la presencia de madera en interiores «reduce la actividad del sistema nervioso simpático, mejora la variabilidad cardíaca y disminuye el estrés percibido».

• El cerebro humano, que ha evolucionado en contacto con la naturaleza durante milenios, interpreta la madera como un «entorno seguro». A nivel funcional, esto se traduce en una mejor calidad del aire. 

Si se utiliza madera vista y maciza (sin sellar sus poros con plásticos), el material actúa como un regulador natural, capaz de «estabilizar la humedad relativa, absorber picos puntuales y reducir condensaciones internas». Gayete también advierte que esto «no resuelve malas ventilaciones», aunque sí mejora drásticamente el microclima interior.

Rompiendo mitos: fuego y durabilidad

Aunque se lleva tiempo haciendo pedagogía sobre las ventajas de la madera para la arquitectura actual, en el sector persisten reticencias, muchas veces frutos del desconocimiento técnico. Esta mala prensa persistente se concentra en dos ámbitos: el fuego y un mantenimiento complicado.

Gayete detalla por qué conviene desterrar estos dos mitos. 

• Riesgo de incendio: el experto remarca que «se debe dejar atrás la idea que la madera quema rápido». E insiste en que, técnicamente la madera estructural carboniza de manera previsible, creando una capa protectora que mantiene la capacidad portante del núcleo. Gracias a la normativa del Eurocódigo y a los cálculos precisos de la capa carbonizada, «se ha resuelto el riesgo con precisión».

• Mantenimiento complicado: Gayete se muestra tajante en este punto, y destaca que «la durabilidad está ligada al diseño». El problema no suele ser el material, sino el detalle constructivo. El responsable de Biofusteria añade que «el mantenimiento de la madera vista es bajo si se usan acabados naturales renovables y si el detalle constructivo es correcto». En cuanto al uso estructural, el experto explica que «la protección adecuada es importante, pero todavía más la elección de especies arbóreas adecuadas».

El reto profesional: conocimiento y origen

Cuando entra a valorar el futuro, Manuel Gayete no ve un escenario donde la arquitectura en madera se aplique de manera masiva sin más, sino que lo prefiere concebir con una recuperación de la sabiduría tradicional. Considera que el principal desafío es recuperar la formación.

En este sentido, considera que «el desconocimiento profesional, la falta de formación en detalles constructivos, miedo a las responsabilidades y un mercado fragmentado», son los campos donde aún se puede mejorar mucho.

• Gayete, que ha transitado desde el taller convencional hasta la docencia y la consultoría especializada, insiste en que los oficios vinculados con este material no desaparecerán, pero se van a tener que reinventar. La digitalización y las nuevas herramientas no son enemigas de la artesanía; son aliadas para comunicar el valor de lo singular y lo saludable.

Por lo tanto, de las reflexiones de este experto carpintero se puede concluir que la incorporación de la madera en proyectos arquitectónicos no es una vuelta al pasado, sino una reinvención del futuro. Además, no solo hay que fijarse en los objetivos de descarbonización fijados para las próximas décadas, sino que esta manera de construir permite desarrollar espacios que tengan un impacto positivo en la salud de las personas.

Desde la Escola Sert fomentamos que los arquitectos y profesionales del sector se formen en el diseño con madera. No basta con sustituir hormigón por vigas laminadas; es necesario entender la biología del material, sus uniones, su comportamiento higroscópico y su impacto en la salud.

Iván Giménez Chueca
Redacción Escola Sert