El futuro del proyecto hotelero, retos para la arquitectura
La tendencia del sector pasa por diseñar y reformar hoteles que funcionen con un coste energético tan cercano a cero como sea posible y que a su vez den el mejor servicio con la máxima optimización de los recorridos y los espacios. Además, un hotel urbano abre las 24 horas del día, los 365 días del año. Por eso, su objetivo también consiste en abrir las puertas a la ciudad que lo rodea para conseguir funcionar como espacio de ancla de la comunidad.
En 1876 abrió en Londres, en la estación de Saint Pancras, el Midland Grand Hotel, uno de los establecimientos hoteleros más impresionantes del mundo, con cerca de 300 habitaciones. Lo diseñó George Gilbert Scott (el arquitecto del Museo de Historia Natural de la misma ciudad) y tenía todo lo que se podía esperar de él: chimenea y paredes acabadas en pan de oro en todas las habitaciones, escalinatas de mármol, incluso un ascensor.
¿Lo único que no tenía? Baños en las habitaciones, y eso, junto con la inmensa mano de obra y los costes de energía necesarios para su funcionamiento, llevó a su clausura en muy poco tiempo.
Estos tres factores: la previsión en el diseño, la eficacia en el funcionamiento y la eficiencia energética son todavía, 150 años más tarde, las claves del éxito de un hotel.
El Midland Grand Hotel en el Londres de 1876. (Midland Grand Hotel)
La covid, acelerador de tendencias en la arquitectura
Por fin, a las puertas del final de la pesadilla de los últimos dos años y digerido el ruido que los primeros meses de pandemia auguraban –un futuro postapocalíptico con la humanidad cerrada en su casa y relacionándose solamente a través de pantallas de ordenador–, toca empezar a plantearse cuáles son los cambios reales que la covid nos ha dejado y como deberá dar respuesta la arquitectura.
A la larga se podrá comprobar que, más que una ruptura, la covid habrá funcionado como un acelerador de tendencias que o bien ignorábamos o bien animábamos, pero que ciertamente ya hacía tiempo que existían.
La flexibilización de los espacios de trabajo, la crisis de las grandes superficies comerciales –y, al mismo tiempo, los problemas de los pequeños distribuidores–, la redefinición de grupos sociales cada vez más desvinculados de los económicos y, en turismo, la condición cosmopolita (en la ciudad, figuras como Airbnb fomentaban la idea de ser un ciudadano en lugar de un visitante) son factores que ya hace muchos años que nos acompañan.
Los establecimientos hoteleros están apostando por la segmentación. (GettyImages)
"Muchos hoteles tienen el problema de no saberse adaptar a las nuevas demandas de los clientes"
No obstante, hay que tener en cuenta un elemento importante a la hora de entender estas tendencias.
El consumo de información, cada vez más dirigido, está llevando a un aislamiento del individuo en relación con la totalidad de la sociedad que lleva a pensar que todos teletrabajamos y podemos pasar largas temporadas lejos de casa. Y eso no es cierto, puesto que un panadero no teletrabaja y nuestros hijos necesitan ir a la escuela.
Este aislamiento en grupos más específicos tiene un claro ejemplo en la proliferación de establecimientos cada vez más dirigidos y segmentados (adults only, turismo familiar, etc.).
Hoteles segmentados más allá del turismo
Pero, en lo referente a hoteles, hay que entender que una parte significativa de los más de 2.000 tipos de establecimientos de Catalunya no tienen ninguna actividad vinculada al turismo: comerciantes, trabajadores de la construcción, vendedores, repartidores, ingenieros vinculados a la industria, ejecutivos de empresas…, todos ellos seguirán necesitando un lugar lejos de casa para pasar temporadas más largas o más cortas. Y muchas empresas siguen necesitando espacios de encuentro específicos que solo un hotel puede ofrecer.
Es verdad que ciertos desplazamientos ya no se hacen, y también podríamos hablar de cómo Amazon ha afectado a la pequeña red distribuidora, pero a pesar de que estos factores son reales, el verdadero problema de muchos de estos establecimientos está más en una carencia de actualización y adaptación a las demandas de un usuario que en veinte años ha cambiado mucho.
Los hoteles pueden ofrecer los espacios para reuniones que necesitan las empresas. (Unsplash)
"El modelo de establecimiento ha sufrido una evolución en nada diferente a la que ha hecho nuestra sociedad"
Un segundo grupo de usuarios de establecimientos turísticos es el estacional, toda aquella gente –la mayoría de nosotros– que no elige cuándo puede hacer vacaciones, que ciertamente merece salir de casa unos días y que no teletrabaja. Este tipo de usuario, vinculado a un presupuesto determinado y a un período del año muy concreto, todavía representa la mayor parte de la población. De nuevo, el modelo de establecimiento ha sufrido una evolución en nada diferente a la que ha hecho nuestra sociedad, y de nuevo sus problemas están vinculados más a la adaptación que al cambio de modelo.
No obstante, hay que tener en cuenta un grupo de población pequeño pero de influencia económica primordial, el de aquellos que sí teletrabajan (quizás no todos los días de la semana), sin cargas familiares, que en la aspiración de ser ciudadanos del mundo ya no pasan unos días en un lugar determinado, sino que son ciudadanos de un lugar por uno período de tiempo más largo. Para ellos, el modelo sí ha cambiado.
No sorprende. Como explicábamos al inicio, es un tipo de usuario que ya hace tiempo que está identificado y que, sobre todo en turismo urbano, ciertas cadenas como ACE o Hoxton han sabido interpretar muy bien. El reto es que su crecimiento se ha acelerado mucho con la covid y piden sobre todo la máxima flexibilidad en zonas comunes, que puedan ser utilizadas las 24 horas del día.
Las exigencias del mercado demandan una mayor profesionalización del diseño hotelero. (GettyImages)
Profesionalización del diseño hotelero
En todos los casos, nos encontramos que la arquitectura puede dar respuesta a las necesidades específicas, puesto que, si los servicios definen cada vez más la calidad del establecimiento, la única forma de que la mejora de servicios se pueda dar pasa por incrementar la productividad. Por lo tanto, igual que hace 150 años, parte de la solución a los retos postcovid se basa en la mejora constante de la eficacia en el funcionamiento y la eficiencia energética, que va vinculada a la profesionalización del diseño.
Un hotel, cada vez más, ve vinculado su beneficio a los costes de personal y a los de la energía, y los dos están directamente relacionados con el diseño del establecimiento. Huelga decir que los criterios de sostenibilidad y eficiencia energética son definidores, pero no solamente eso. Hay que identificar claramente los puntos fuertes y los débiles del establecimiento a la hora de tomar cualquier decisión.
Nuestro reto, por lo tanto, es diseñar y reformar hoteles que, por un lado, funcionen con un coste energético lo más cercano a cero posible, y por otro, puedan dar el mejor servicio con la máxima optimización de los recorridos y los espacios. Pero no solamente eso, la busca de la experiencia por parte del cliente y la profesionalización del trabajador hacen que cada vez más los espacios de servicio tiendan a mimetizarse con los públicos, de forma que no se establezcan límites entre los dos. Ello proporciona, al cabo del tiempo, una mejor flexibilidad a la hora de establecer los límites entre lo público y lo privado, y por tanto, una capacidad más grande de adaptarse a los cambios que puedan llegar.
El éxito de los hoteles siempre ha estado en la mejora continua de sus instalaciones. (Unsplash)
Finalmente, hay que recordar que un hotel, y sobre todo un hotel urbano, es el único establecimiento abierto las 24 horas del día, los 365 días del año. Por lo tanto, su objetivo no tiene que ser solamente dar al huésped un lugar para dormir y desayunar, sino también abrir las puertas a la ciudad que lo rodea para conseguir funcionar como espacio de ancla de la comunidad a la que va destinado. Solo así conseguimos la vinculación del edificio al lugar y la utilización de los espacios el mayor tiempo posible, tanto por parte de los huéspedes como, y esto es lo más importante, de los residentes de la zona, que tienen que sentir aquel lugar como el referente a la hora de teletrabajar, reunirse, descansar o, sencillamente, estar. Como una ampliación de sus espacios domésticos. Solo así romperemos la barrera entre residentes y visitantes.
Evidentemente, ello pasa por dar el mejor y más variado servicio posible, y tan solo es viable cuando la eficacia está garantizada.
¿Cómo se consigue esto? A pesar de que un porcentaje muy alto del éxito escapa al arquitecto, una parte muy relevante se centra en el diseño, que debe saber explicar una historia coherente que atrape desde el primer momento, entendiendo que un mismo espacio debe poder servir para más de un uso, pero sin perder de vista que nada será posible sin entender cómo ordenar el programa funcional y reducir al máximo los consumos de energía. Todo ello solamente es posible trabajando en equipo y dando voz a todos los profesionales, porque un arquitecto solo no conseguirá mucho.
Hemos empezado este artículo hablando de cómo el éxito o el fracaso de un hotel, tanto hoy como hace 150 años, se basa en la previsión en el diseño, la eficacia en el funcionamiento y la eficiencia energética. Pero podemos ir más atrás aun a la hora de buscar la receta de éxito: Venustas, firmitas, utilitas siguen siendo las claves de nuestro trabajo.
Daniel Isern
Director del posgrado en Diseño del Hotel 3.0.
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