Arquitectura resiliente: la transformación de las costas por el cambio climático
El litoral es el lugar más expuesto a los efectos del cambio climático. Pero en España no hay arquitectos, urbanistas y paisajistas especializados en estrategias de resiliencia para la costa. En este artículo analizamos porqué la arquitectura tiene que ayudar a conseguir una transformación sostenible del litoral.
La formación de arquitectos en actuaciones en el litoral
Las grandes transformaciones siempre han venido de la mano de la necesidad. Uno de los retos contemporáneos más urgentes que afectan a la humanidad, especialmente en las ciudades y zonas urbanizadas donde vive más del 55% de la población mundial, es la adaptación a los efectos del cambio climático.
En el frente litoral, este campo disciplinar sigue siendo un terreno de ingenieros y de infraestructuras. Los arquitectos o paisajistas se encargan del diseño de la escena urbana o la vegetación, pero deberían estar incluidos en estas conversaciones, porque es un problema que afecta a las ciudades y a su capacidad de adaptación.
Es lo que afirma Miriam García, doctora en Arquitectura y directora de LANDLAB, laboratorio de paisajes. “La hibridación de técnica y tecnología al servicio de la reinvención de la costa tiene que liderarse desde la disciplina y desde la política. En España no se está diseñando este tipo de proyectos, aunque pronto deberá empezar a hacerse”, añade García, también directora del curso Frentes litorales, cambio climático y resiliencia de Escola Sert.
2100, playa de Sant Sebastià, en la Barceloneta. Tendría forma de laguna artificial, según una proyección de actuación en el litoral ante el impacto del cambio climático. (LANDLAB).
Los arquitectos y paisajistas deberían participar en las transformaciones del litoral, porque es un problema que afecta al modelo de ciudad y al paisaje urbano.
Cómo diseñar frente al cambio climático
Cuando hablamos de cambio climático y diseño resiliente, la estrategia más apropiada es trabajar con las dinámicas de la naturaleza en vez de intentar controlarlas. “Seguimos trabajando desde la protección ante el riesgo, no desde la resiliencia. Sin embargo, en la ciudad sí se ha entendido mejor y se está cambiando la materialidad del espacio público. Esta no solamente tiene que ver con una concepción formal, sino también con el funcionamiento metabólico: mejorar la calidad del aire, infiltrar agua a los acuíferos, incorporar especies silvestres a la ciudad…”, explica García.
Este conjunto de herramientas de diseño resiliente que ya se están ejecutando en la ciudad son, sin embargo, invisibles en el punto de contacto entre la ciudad con el mar, donde continúan imperando los tradicionales espigones y diques.
La estrategia, siguiendo esta dinámica natural, debería enfocarse en diseñar paisajes litorales renovados capaces de adaptarse al cambio climático. Por ejemplo, meandros del río donde se recojan sedimentos que sean transportados hacia la desembocadura. Una vez allí, fortalecer la formación de humedales costeros para que la vegetación actúe de nuevo como barrera natural protectora.
También es importante, en función del tipo de costa, enumera la experta, recrear o recuperar los cordones dunares, crear arrecifes artificiales sumergidos, construir lagunas de inundación donde dirigir el agua, retenerla y distribuirla para minimizar las inundaciones y la intrusión salina.
Zonas de humedales en el río Besós en 2082. (LANDLAB)
Una oportunidad para arquitectos y paisajistas
Áreas como los Países Bajos, cuyo territorio se encuentra en un 40%, por debajo del nivel del mar, o Estados Unidos, víctima de huracanes y temporales cada vez más frecuentes y agresivos, sí están desarrollando herramientas resilientes y transformando los frentes litorales para adaptarse a los efectos del cambio climático. “La urgencia marca la diferencia”, reflexiona la doctora en arquitectura.
“En el Mediterráneo no se producen estos episodios, pero para el año 2100 existe un 90% de probabilidades de que el incremento de la subida del nivel del mar sea de 62 cm, y eso supondría una erosión de 40 metros. De ser así, ninguna playa del Mediterráneo sobreviviría. ¿Cómo afecta esto a las viviendas, al turismo o al espacio público? ¿En qué punto vamos a empezar a cambiar?”, reflexiona.
Desembocadura del río Besós en 2053. (LANDLAB)
En el Mediterráneo existe un 90% de probabilidades de que en 2100 el nivel del mar suba 62 cm.
En España falta el campo disciplinar y el imaginario paisajístico: imaginar cómo pueden ser esos nuevos paisajes. Adquirir estos conocimientos permite trabajar los proyectos urbanos del litoral desde una aproximación distinta. Esto es especialmente interesante para profesionales que trabajan en ayuntamientos, donde se proyectan las transformaciones de esas ciudades costeras.
“El contexto de los Next Generation va a permitir que se desarrollen proyectos de este tipo. Aquellos profesionales que se formen ahora van a aportar un valor diferencial a la hora de presentar sus proyectos”, asegura la directora de LANDLAB.
Conocer estas herramientas representa una oportunidad para adelantarse a un futuro cada vez más cercano. “Ningún arquitecto que trabaje en la Administración pública puede cometer el error de trabajar el litoral sin conocer estas cuestiones, porque puede llegar a producir riesgos. Es un ejercicio de responsabilidad”, asegura.
Para Miriam García, existe la percepción de que el cambio climático es un problema que provoca limitaciones. Sin embargo, los contenidos del curso y los estudios y proyectos que García desarrolla en LANDLAB enfatizan que se trata de una enorme oportunidad para el diseño y para mejorar los beneficios ecosistémicos, la calidad espacial y formal. “La reacción es la de posponer la responsabilidad de sus efectos, en vez de entenderlo como una oportunidad para hacer proyectos increíbles”, justifica.
Representación de cómo podría ser el Moll de la Fusta en unas décadas. (LANDLAB)
Aquellos profesionales que se formen ahora van a aportar un valor diferencial a la hora de presentar sus proyectos.
Casos prácticos de diseños resilientes frente al cambio climático
Estrategias de relación de Barcelona con el mar
El Ayuntamiento de Barcelona ha elaborado el documento “Pla Litoral” con el objetivo de ordenar y visualizar los espacios urbanos del frente marítimo con una mirada conjunta, algo que hasta ahora no se había planteado nunca.
En el marco de la emergencia climática declarada por la ciudad de Barcelona el 15 de enero 2020, a las oportunidades detectadas por el propio Plan Litoral, hay que añadir una reflexión de carácter ambiental radical. Esta debe tomar en consideración la fragilidad de este espacio y tenga en cuenta las relaciones entre la ciudad y el mar.
Este espacio ya no puede ser tratado del mismo modo. Es necesario generar franjas de transición ambiental y gestión de riesgos, así como espacios de intercambio funcional, lo que han sido los puertos históricamente.
El estudio del Ayuntamiento de Barcelona sobre su costa tiene por objeto poner de manifiesto una visión estratégica del litoral enfocada a la adaptación al cambio climático y la resiliencia de los sistemas que lo configuran.
Propone un nuevo modelo holístico de ciudad a través de la infraestructura del agua y el espacio público, y anticipa un nuevo frente marítimo con las siguientes intervenciones:
- Moll de la Fusta. Nuevas escenas urbanas en simbiosis con la ecología y la maritimidad. La construcción de infraestructura ecológica para generar nuevos hábitats.
- Moll de Drassanes. La revisión de los aliviaderos y puntos de vertido del alcantarillado urbano podría traer la inserción de elementos de filtrado y drenaje del agua previos a su contacto con el mar. Estos dispositivos “esponja” formarían parte de la estructura de sistemas urbanos de drenaje sostenible e incrementarían la variabilidad ecológica de especies que se dan en los espacios públicos urbanos del litoral.
Proyecto Sugar Beach: proyección de una playa en el Moll de la Fusta para las próximas décadas. (LANDLAB)
Scape Studio: Plan Maestro de Resiliencia Climática del Distrito Financiero y Puerto Marítimo de Nueva York (EE. UU.)
Dentro de los próximos 25 años, la línea de costa del Bajo Manhattan experimentará inundaciones frecuentes debido al aumento del nivel del mar, las cuales impactarán en calles, aceras, edificios e infraestructura crítica.
La cota del distrito financiero y del puerto marítimo es particularmente baja y está expuesta a un mayor riesgo de inundación. Además, estas áreas se enfrentan a complejas limitaciones que dificultan la futura protección del frente marítimo: una combinación de infraestructuras subterráneas, estructuras históricas, un espacio limitado frente al mar, una explanada muy frecuentada y el servicio de varias líneas de transbordadores.
Al equilibrar las múltiples necesidades y oportunidades, el Plan Maestro integra perfectamente la infraestructura de reducción del riesgo de inundación a varios niveles. El superior, que servirá de espacio abierto elevado con amplias vistas del puerto y de la ciudad, incorporará muros de contención enterrados a una altura de entre 4 y 5 metros por encima de los actuales y que minimizarán el riesgo de inundaciones.
El plan prevé un frente marítimo del siglo XXI que restablezca la vitalidad y la actividad del litoral, además de adaptarlo a los efectos del cambio climático: infraestructuras de reducción de riesgos, gestión de aguas pluviales e infraestructuras de drenaje, activos marítimos resistentes, ecosistemas marinos restaurados, servicios públicos y uso flexible.
Lucía Burbano
Redacción Escola Sert
Para saber más
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