Arquitectura y música: una intersección entre espacio y sonido, vacío y silencio
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En momentos como el actual surge una fuerza colectiva que nos empuja a llenar este vacío, este silencio particular, individual y colectivo, con música.
(Foto: Gerard Guerra López)
Preludio
“Es un buen momento para situarnos en el inestable y rico terreno del umbral, del confín, del inefable límite entre conceptos, en la «transdisciplina»”.
El título que encabeza estas líneas nos sitúa en una intersección, en un espacio intersticial entre elementos que no se comportan como compartimentos estancos, en el umbral en que los límites intangibles entre arquitectura y música, espacio y tiempo, vacío y silencio, materia y sonido, se desdibujan y conforman una interesante materia sonoroespacial de una dimensión mayor que sus partes constitutivas. Una desmaterialización de los límites que apela al presente.
En momentos como el actual se respira en el aire un clima de desubicación, una atmósfera de incertidumbre y excepcionalidad que nos obliga a alterar la cotidianidad de nuestras vidas, a variar la ubicación habitual de las cosas, a cambiar el “lugar” que ocupan usualmente. Es un buen momento para difuminar la —ya cuestionada— frontera entre la arquitectura y la música y situarnos en el inestable y rico terreno del umbral, del confín, del inefable límite entre conceptos, en la “transdisciplina” —que no indisciplina—.
Primer movimiento
“El eco interior de una colectividad que, introspectivamente y todo y a otro ritmo, sigue latiendo de manera colectiva.”
Son días de confinamiento. El vivace trajín urbano se recluye, se refugia a su interior, y la ciudad nos revela una de sus calidades ciertamente a menudo silenciada por el día a día de la maquinaria urbana: la de confinarse. “Confinarse”, verbo interesante, sinónimo de aislarse, de reprocharse, y, a la vez, de ser vecino, de conocer las fronteras. El confinamiento apela, pues, a la reclusión y, al mismo tiempo, a la vecindad, a aquello que sucede intramuros y “entre muros”, a la introspección y al contacto fronterizo, en la vida de los espacios limítrofes; nos habla de confines, de límites.
Planos sonoros: ¿una topografía del sonido?. (Gerard Guerra López).
Estos días nos acercamos a los espacios limítrofes de casa nuestra, aquellos espacios fronterizos entre el interior y el exterior, espacios intersticiales en que la línea delimitadora entre el interior y el exterior de la vivienda se rasga, se cuestiona, se difumina... aquellos umbrales a través de los cuales la ciudad se adentra en el interior de nuestro hogar. Salgo a la terraza, me asomo al patio interior y observo.
Una familia come alrededor de la mesa, otra hace la sobremesa, alguien sale a tender la ropa, resuena el sonido de un clarinete revelador, unos niños juegan a la terraza de enfrente, el eco lejano de una sirena de ambulancia, el ladrido de un perro, el ramaje del jardín vecino empujado por el viento, la campanilla de una puerta... Es la arquitectura del interior de una manzana, de los órganos de la ciudad, hecha música, la manifestación sonora de la arquitectura interior de la ciudad. Las entrañas de la vida doméstica que resuenan en las paredes de la arquitectura urbana interior. La ciudad mira hacia su interior; este interior mira hacia fuera. Es el eco interior de una colectividad que, introspectivamente y todo y otro ritmo, sigue latiendo de manera colectiva.
Propagación sonoroespacial. (Gerard Guerra López).
“There is no such thing as an empty space or an empty time. There is always something to see, something to hear. In fact, try as we may to make a silence, we cannot.”
Segundo movimiento
“La música de la ciudad, transfigurada, sigue siendo sonora, pero de una manera diferente; son momentos de introspección como sociedad.”
La ciudad ha bajado de revoluciones. El dinamismo habitual da paso a un estatismo terapéutico. Aquello extático acontece estático, el movimiento se retarda y se transforma en momento. La música de la ciudad, transfigurada, sigue siendo sonora, pero de una manera diferente; son momentos de introspección como sociedad. Estamos aprendiendo a disfrutar de estos silencios urbanos.
Pianissimo. Precisamente estos días estamos experimentando como el goce de este “silencio urbano” entrelaza bellamente espacio y sonido, vacío y silencio, arquitectura y música. La inexistencia del silencio y del vacío —espacial y temporal— formulada por John Cage nos cuchichea la intrínseca vinculación entre sonido y espacio —este último como marco de existencia o vacuidad que, atenta, espera ser llenada de contenido y significado—.
Tempus fugit
“El amortiguamiento del dinamismo urbano y la introspección del espacio arquitectónico nos acercan a una arquitectura muy «musical»”.
Y es que el desplazamiento del habitual dinamismo de la vida urbana por parte de un estatismo que nos resulta lejano, la congelación momentánea de la ciudad dinámica y la irrupción de nuevas formas estáticas de experimentar la vida urbana, evidencian temporalidades diferentes. Nos hablan directamente de la doble condición diacrónica y sincrónica del tiempo. Ambas son presentes en la arquitectura de la calle y de la plaza y el espacio libre interior de isla, así como en la expresión “el tiempo se para” que aparece en el imaginario de todos nosotros al sentir determinados fragmentos musicales y cuando, en otros, verbalizamos su volubilidad con la locución “el tiempo vuela”, recordándonos la dicotomía entre dinamismo y estatismo.
Diagrama esquemático de una concepción DIAcrónica del tiempo. (Gerard Guerra López).
Diagrama esquemático de una concepción SINcrónica del tiempo. (Gerard Guerra López).
El estatismo de los “silencios urbanos” de estos días nos acerca a la forma sincrónica del tiempo y nos aleja, un poco, de su condición diacrónica —sucesión lineal—, vinculada al dinamismo. Es precisamente en estos momentos de estatismo, de una temporalidad sincrónica —simultaneidad—, cuando se despierta en gran medida nuestra conciencia espacial. En estas “burbujas de estatismo” la arquitectura y la música se dan la mano, implícitamente asumiendo la cohabitación simultánea de diferentes elementos dentro de un mismo marco —¿espacio?—, alterando —y en algunos casos, “parando”— el tiempo. La música acontece, así, espacial.
En el momento actual, el amortiguamiento del dinamismo urbano del espacio público y la introspección del espacio arquitectónico y de la vida alrededor de los espacios interiores de isla nos acercan a un tiempo estático, a un tiempo espacial, a una arquitectura muy “musical”.
Dinamismo vs. estatismo, movimiento vs. movimiento. (Gerard Guerra López).
Pequeño paréntesis. Fermata
“La música interactúa con el espacio así como la arquitectura recurre constantemente al tiempo —inherente en la posibilidad de transitar el espacio—.”
La continuidad del espacio arquitectónico relaciona espacios particulares entre sí y los confiere un significado de unidad que los convierte en un conjunto holístico globalmente perceptible como edificio, casa, hogar. La continuidad del tiempo musical permite establecer relaciones entre elementos particulares y leerlos como unidad, confiriéndolos una significación general narrativa, análoga, por ejemplo, a los conceptos arquitectónicos de promenade architecturale lecorbusierana o de atmósfera zumthoriana, que infieren temporalidad en el espacio arquitectónico. Los arquitectos interpretamos el espacio y, como intérpretes, somos arquitectos del tiempo; leemos un texto preexistente y recreamos, proponemos, proyectamos. Desde el inmaterial silencio, modelamos el vacío —materializado a través de su antónimo: el pleno que lo confina—. Establecemos un diálogo contrapuntístico con los límites.
La partitura como plano o relación de vacíos y plenitudes, agregaciones rocosas, espacios y distancias. (Gerard Guerra López).
Si bien la música y la arquitectura respectivamente materializan —confinan— el tiempo y el espacio —inmateriales—, la música interactúa también con el espacio así como la arquitectura recurre constantemente al tiempo —inherente, por ejemplo, en la posibilidad de transitar el espacio, que acontece espacio-tiempo—. La promenade architecturale lecorbusierana apela literalmente a la posibilidad de transitar el espacio arquitectónico, a desplegar itinerarios dentro de un vacío espacial, confinado entre sus límites y soportado por una invariable estructura de puntos de referencia inamovibles. En el transcurso de este acto de deambular integramos, religamos, recosemos... armonizamos.
“To harmonize the whole is the task of art.”
Direcciones, itinerarios, lecturas. (Gerard Guerra López).
Las partituras a menudo contienen indicaciones que connotan directamente un pensamiento espacial, por ejemplo: lointain [lejano], perdendosi [perdiéndose], comme uno écho de la phrase entendue précédemment [como un eco de la frase sentida anteriormente], flottant te sourd [flotante y sordo], dans une brume doucement sonore [dentro de una niebla suavemente sonora], dans la sonorité lleva début [dentro de la sonoridad del comienzo], pie à pie sortant de la brume [despacio saliente de la niebla], en dehors [hacia fuera], moving forward [avanzando], etc. Estas expresiones, denotando un espacio del cual alejarse o en el cual perderse, sugieren una conciencia musical espacio-temporal.
Croquis iniciales, gestos de lectura, comprensión y relación con la preexistencia. Anotaciones de carácter sugerentes de una conciencia espacio-temporal. (Gerard Guerra López).
La música emplea diferentes mecanismos para acontecer espacial, tanto de manera dinámica como estática. Expresiones musicales como “el tiempo se para” denotan la capacidad y diferentes maneras de alterarlo: el tiempo se puede parar (por colapso y/o superposición), desestabilizar, fluctuar, desmenuzar, fragmentar, revertir, etc. La misma semántica musical contiene también múltiples referencias espaciales. El artículo "L’espacialitat en la música: del temps al so” explica algunos de estos mecanismos con más detalle.
Alteraciones del tiempo en forma de itinerario. (Gerard Guerra López).
Tercer movimiento
“La Arquitectura en mayúsculas, siempre al servicio de las personas.”
Estos días la arquitectura de los espacios interiores de manzana —espacio vacío confinado por unos límites sólidos— se llena de sonido, suena y resuena, la vacuidad espacial y musical —silencio— no son tales: la música se nos revela como una herramienta para llenar estos vacíos, físicos y psicológicos, personales y colectivos. Estamos confinados pero no aislados; utilizamos la música, el sonido de manera más general, para, precisamente desde nuestra condición fronteriza de confinamiento entendido también como vecindad, conectar. De este modo, estos vacíos o silencios urbanos, ahora llenados, ya no son tales. La arquitectura de los espacios exteriores amplifica la música proveniente de los espacios interiores. Al ser interpretada la música despliega un recorrido sonoroespacial que, mientras espera ser transitado, construye un discurso sonoro en el espacio que nos interpela a todos, intérpretes y oyentes. La música se nos revela como herramienta de socialización. Dedicamos un rato cada cual de nosotros a escuchar música desde el “nuestro espacio”, desde nuestro “vacío”.
Campaña “Näher an der Klassik”, Berlin Philarmonic Chamber Music, inspirada en la fotografía de la Grand Central Station de Nueva York de 1934. (Photography).
De la mano de la música, el vacío del espacio público abandona la condición de silencio urbano y de ausencia de contenido por devenir un altavoz. Valga la referencia a la procedencia o el origen del sonido musical, que nace en un espacio arquitectónico —lo del instrumento—, y se manifiesta gracias a la síntesis de una arquitectura mecánica en combinación con el aire. Fruto de un factor de escala, la resonancia de la caja del instrumento es ahora el balcón, la terraza, el patio interior de isla. La ciudad acontece altavoz, caja de resonancia. La vacuidad de los espacios libres interiores de isla y del espacio público en general amplifica su vida y los transforma en altavoces de la actividad y vida de las personas y también de su sonoridad, del mismo modo que la obra 4’33”, de Cage, además de reflejar la inexistencia del silencio, traslada el protagonismo del intérprete al público, calidad que apela directamente a la razón de ser más intrínseca de la Arquitectura en mayúsculas, siempre al servicio de las personas.
“Neu morta”, instalación de arquitectura efímera, Festival LLUMBCN2015, Premio FAD 2016 de la opinión. BSO: “Armonías congeladas”. Ver vídeo. . (Gerard Guerra López).
“La arquitectura, además de ser espacial, es también musical. Las paredes crean silencio. Desde ese silencio puedes hacer música con agua. Después, esa música nos rodea.”
Cadenza
“En momentos como el actual surge una fuerza colectiva que nos empuja a llenar este vacío, este silencio particular, individual y colectivo, con música.”
Estos días de confinamiento, los “vacíos” urbanos o “silencios” musico-espaciales nos evidencian que la causa que da materia a la música y nos la hace visible, audible, no es el tiempo sino el espacio, el sonido. A pesar de que la creación de los límites necesarios —forma, códigos, signos— para que la música sea expresada nos lleva a una percepción del tiempo, su existencia se da gracias a una naturaleza espacial y no temporal. La ciudad usa las concavidades y convexidades del espacio urbano, sus “vacíos” y patios urbanos, como resonadores y amplificadores del sonido: ya sea para canalizar un reconocimiento colectivo a los sanitarios y al resto de servicios esenciales en estos momentos de excepcionalidad, como para concentrar reivindicaciones, etc., en definitiva, para llenar los “vacíos” que como individuos y como sociedad tenemos. La música, a través de la refracción del sonido en los confines del espacio, nos llena. La música nos llena.
La música nos permite conectar como personas humanas y el espacio arquitectónico así lo tiene que permitir, la vivienda tiene que ser concebido pensando en el bienestar también psicológico de las personas, que se revela todavía más necesario en momentos de extrema excepcionalidad. En momentos como el actual surge una fuerza colectiva que nos empuja a llenar este vacío, este silencio particular, individual y colectivo, con música. Hay que reivindicar la centralidad del arte y la cultura y el papel que tendrían que tener, siempre y no solo en momentos de excepcionalidad, en la vida social colectiva, que nos permita metafóricamente llenar los vacíos y proyectar preguntas, tan necesarias para encontrar respuestas en nuestros días.
#joemquedoacasa
Gerard Guerra López
Arquitecto (ETSAB) y pianista, Licenciado en música clásica y contemporánea, especialidad de Interpretación (ESMUC)
Grupo Abierto de Arquitectura y Música del COAC
2 de abril de 2020, 21º día de confinamiento
Este post es un artículo que también podrás leer junto a otros más en el libro Arquitectura desde casa: crónicas del confinamiento. Puedes descargarlo en el siguiente enlace.
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