En casa
UNIDOS CONTRA EL CORONAVIRUS
¿Qué paralelismos tienen la moda y la arquitectura? Ambas disciplinas trabajan con unos materiales base que sirven para desarrollar algo que nos protege y nos ayuda a desarrollar determinadas actividades. Casa y ropa son algunas de las capas que nos recubran y que hemos tenido que repensar en estos tiempos de confinamiento.
(Foto: Serena Casas Brullet)
La vida de todos se ha transformado radicalmente debido a la Covid-19. Con la pandemia ha aparecido una nueva consigna que ha dado la vuelta completamente nuestro día a día: "yo me quedo en casa". En casa ... Después de tantos días en casa, no dejo de preguntarme qué significa "en casa".
En mi día a día soy arquitecta y patronista. Tanto en la arquitectura como en el diseño textil, me dedico a trabajar con unos materiales (los de construcción o los tejidos), para construir una envolvente que nos protege (el edificio o la prenda de vestir), diseñando un volumen que nos permite desarrollar determinadas actividades, protegernos de las inclemencias del tiempo y proporcionándonos confort y bienestar.
Patrones colgados. (Serena Casas Brullet).
Una primera envolvente, el edificio, la vivienda, se encuentra a cierta distancia de nosotros. Es la "casa física", que estos días se nos hace más presente que nunca, más sólida que nunca, más limitativa que nunca, se ha redefinido como las fronteras de nuestro espacio vital. Seguro que la experiencia del confinamiento depende en gran medida de esta distancia. Un apartamento oscuro, un ático con terraza, un pisito a norte sin balcón, una planta baja con grandes ventanas, un chalet con jardín, un dúplex con balcones, o una finca con terreno generan confinamientos más o menos oxigenados, más o menos opresivos, y por tanto experiencias muy diversas. Las cuatro paredes pueden convertirse en trampa, red, prisión, jaula, pero también en útero, capullo, burbuja, santuario ...
La otra envolvente con la que trabajo, la prenda de vestir, está en contacto directo con nuestra piel. Aunque inicialmente pueda parecer superficial, frívola, también tiene su importancia. Y es que viene a suplir la falta del pelaje animal perdido a lo largo de la evolución: identifica, protege, amenaza, defensa, seduce ... Es un filtro que interactúa con nuestro entorno, lanza mensajes a los que nos rodean de piel hacia fuera, pero también y sobre todo de piel hacia adentro, con nosotros mismos.
Del mismo modo que la casa física dice mucho de quienes somos, cómo somos, cómo vivimos, qué pensamos, qué hacemos ... esta "casa superficial" de la prenda de vestir también lo hace. No es sólo una mera capa protectora que nos abriga, sino que también es un medio a través del cual utilizamos unos códigos establecidos para dar información a nuestro entorno, y mostramos qué somos, cómo somos y cómo nos sentimos, en un flujo de información que es de doble sentido. En días en los que el entorno que nos observa es limitado, el principal receptor de esta información somos nosotros mismos, por lo que estoy totalmente de acuerdo con quien dice que, en estos días de confinamiento, es importante elegir lo que nos ponemos para ayudar a sentirnos mejor. De manera consciente o inconsciente, nos sentimos como nos vestimos y nos vestimos como nos sentimos.
La prenda de vestir interactúa con la casa más íntima. (Serena Casas Brullet).
"La ropa no es sólo una mera capa protectora que nos abriga, sino que también es un medio a través del cual utilizamos unos códigos establecidos para dar información a nuestro entorno."
Es el reflejo del estado de ánimo, emocional, de cómo nos sentimos piel adentro, de la "casa íntima", la casa esencial sin la cual estaríamos perdidos, totalmente desubicados. La identidad, el yo en toda su complejidad psicológica y emocional, es la casa más interior, la más profunda y seguramente la más compleja, y condiciona nuestra visión del mundo y cómo nos enfrentamos. Nuestra casa íntima, al igual que la casa física, tanto nos puede aprisionar como hacernos libres.
Cuidar esta casa íntima y esencial es seguramente la tarea más importante que se nos plantea estos días. Nuestro estado emocional condicionará todo lo demás, determinará el filtro a través del cual vemos el mundo y nos enfrentamos a la experiencia de "estar en casa".
Sentimos como el confinamiento ha hecho que mucha gente haya vuelto a los básicos, a lo esencial, se ha lanzado a hacer pan, a cocinar, a hacer un huerto, a coser, a aprender a "hacer" cosas nuevas o retomar aquellas que tenía abandonadas... Vivimos en un mundo en el que las prisas, la falta de tiempo, las idas y venidas, los plazos y los horarios nos arrebatan el tiempo de manera salvaje, y una de las consecuencias directas de ello (entre muchas otras ) es que hemos dejado de "hacer" para pasar a "comprar", perdiendo por el camino capacidad creativa. Pero un contexto como el actual en el que "comprar" entra en el terreno de la inseguridad, "hacer" vuelve a ser una opción. Cuando recuperamos alguna de estas actividades que requieren nuestro tiempo, nuestra atención y nuestras habilidades, de manera inesperada nos reconecta con nuestra creatividad, nos redescubrimos capaces de construir algo de la nada, alimentamos nuestro yo, cuidamos nuestra casa íntima ... y nos sentimos mejor.
Actividades básicas durante este confinamiento. (Serena Casas Brullet).
"Entre la casa íntima del yo y la superficial de la prenda de vestir está la piel misma, la dermis. Estos días somos más conscientes que nunca."
En mi caso, el proceso creativo de pensar-diseñar-patronar-coser me construye una especie de burbuja, envolvente mental, en la que entro en una especie de estado de meditación, y en la que, si se dan las condiciones adecuadas (tiempo de calidad sin interrupciones), hace que me olvide del resto, de todo lo que me rodea, incluso físicamente, y me sitúa en un espacio indefinido de mi pensamiento en el que lo único que tengo que hacer es tirar adelante, resolver los problemas, pensar soluciones, elegir opciones, depurar la técnica, aprender del caso concreto acumulando experiencia, hasta llegar a mi objetivo, que es hacer realidad el objeto físico a partir de la idea inicial de la mejor manera que sea capaz. Este estado mental, que podríamos asimilar al de leer un libro (cuando te olvidas de que estás leyendo para pasar a "sentir" y "vivir" la historia) o ver una película (cuando te olvidas de que estás mirando la película para pasar a "vivirla") para mí es casi liberador, me olvido de que existo y sobre todo hace que las barreras físicas desaparezcan. La casa física pierde importancia, se desvanece por un rato.
Mesa con material de patronaje, actividad creativa en proceso. (Serena Casas Brullet).
El volver la mirada hacia el interior transforma radicalmente la experiencia de confinamiento... Y eso me hace pensar que podemos ir más allá estirando este el hilo ... Seguramente hay otras capas que construyen la experiencia de quedarse "en casa".
Entre la casa íntima del yo y la superficial de la prenda de vestir está la piel misma, la dermis. Estos días somos más conscientes de ésta que nunca. El virus nos ha hecho adoptar una serie de pautas de constante autoprotección, con nuevos hábitos y pautas de higiene preventivos, condicionando nuestros hábitos de manera radical y nuestra relación con el entorno, cosas y personas. La piel es la capa que envuelve nuestra "casa biológica", que condiciona nuestra salud, es la frontera entre estar enfermos o sanos. Positivo o negativo. Esto lo cambia todo, para nosotros y nuestro entorno.
Hasta ahora hemos ido de la casa física hacia adentro, pero podemos ir también de las cuatro paredes de la casa física hacia fuera. A través de las ventanas la experiencia posible es también diversa. Hay quien vive en el aislamiento de una casa de campo en la montaña, o quien se emociona con la música en comunidad y los aplausos masivos del patio de manzana y del barrio cada noche a las ocho. Seguro que mucha gente ha descubierto una comunidad con la que hasta ahora quizá sólo se cruzaba en el rellano de escalera o por la calle, sin intercambiar más que una mirada y con la que ahora puede que incluso ha organizado una red de cuidados o ayuda entre personas. Sea pequeña o grande, también ha habido una especie de exaltación de la comunidad que está siendo importante en la experiencia del confinamiento ... se ha hecho presente la "casa social".
La ciudad, por supuesto y el país en el que vivimos, a través de las decisiones de los gobernantes son determinantes. Como una cúpula que aplica a todos por igual de fronteras adentro, se imponen las leyes, las pautas, los tiempos, la intensidad que determinan el cómo, el cuándo, el qué y el dónde del confinamiento. Es la "casa política".
Al final, creo que, seguramente siempre pero especialmente en estos días de confinamiento, toda esta serie de capas (y seguramente otras) que se retroalimentan, interrelacionan y forman un continuo "país - ciudad - barrio - edificio - vivienda - abrigo - piel - identidad ", construyen la experiencia individual de quedarse "en casa", concepto, por tanto, complejo, que va mucho más allá de las evidentes cuatro paredes que habitamos.
#joemquedoacasa
Serena Casas Brullet,
Arquitecta y patronista
61º día de confinamiento
Este post es un artículo que también podrás leer junto a otros más en el libro Arquitectura desde casa: crónicas del confinamiento. Puedes descargarlo en el siguiente enlace.
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